Para que un nuevo ciclo empiece, otro tiene que acabar. La maldición ahora está en Quegrande.
Nueva dirección, aquí.
viernes, noviembre 23, 2007
viernes, octubre 05, 2007
Baile
Se encendieron las luces. Se paró la música. Se acabó el baile.
No sé si es una despedida. No se si durará lo suficiente como para decirte adiós, o hasta luego. O hasta siempre. O hasta nunca.
Es difícil bailar. Complicado cuando intentas llevar el ritmo, pero tu pareja de baile ni siquiera quiere bailar. Ni siquiera escucha la música.
Recuerda: toda la sala mirándonos. Y nosotros bailando un vals de Wagner. Será un bonito tesoro al que aferrarse las tardes de invierno, algo en lo que pensar cuando oigas repicar la lluvia otoñal en la ventana. O cuando mires viejas fotos preguntándote: ¿qué estará haciendo ahora...?
Esperemos que bailando de nuevo, al son de un tranquilo acorde de una vieja guitarra rota por el tiempo y la distancia.
No sé si es una despedida. No se si durará lo suficiente como para decirte adiós, o hasta luego. O hasta siempre. O hasta nunca.
Es difícil bailar. Complicado cuando intentas llevar el ritmo, pero tu pareja de baile ni siquiera quiere bailar. Ni siquiera escucha la música.
Recuerda: toda la sala mirándonos. Y nosotros bailando un vals de Wagner. Será un bonito tesoro al que aferrarse las tardes de invierno, algo en lo que pensar cuando oigas repicar la lluvia otoñal en la ventana. O cuando mires viejas fotos preguntándote: ¿qué estará haciendo ahora...?
Esperemos que bailando de nuevo, al son de un tranquilo acorde de una vieja guitarra rota por el tiempo y la distancia.
martes, octubre 02, 2007
Desamores
Anoche, después de El Larguero, me quedé escuchando un rato la radio. A pesar de que aborrezco la versión televisiva de este tipo de programas, a veces me llaman la atención algunas llamadas de oyentes contando anécdotas curiosas. La primera llamada de ayer fue de un tal Mario, contando que estaba contento de querer a alguien. Hasta ahí bien, pero comenzó a despotricar contra los que él llamaba fracasados. Fracasados de la vida, decía, por aquellos que sufrían de desamores y desgracias relacionadas con el amor. Que él era feliz y que no entendía ese tipo de contratiempos peliculeros. Querido tocayo: en el amor no se elige. Por desgracia, y por lo tanto, en el desamor, tampoco. Porque si no, no habría desamores. Todo resultaría demasiado fácil. Qué fácil lo pintan los enamorados, y qué difícil los desengañados.
¿Qué hay peor que un desamor? Que me trates como a un perro...
¿Qué hay peor que un desamor? Que me trates como a un perro...
domingo, septiembre 16, 2007
20 años
- ¿Dónde crees que estarás dentro de 20 años?
- No sé. Yo a ti no te veo por aquí...él sí, creo que se quedará. Pero a ti te veo lejos.
- Es casi como lo que llevamos vivido. ¡42 años! ¿Te imaginas?
¿Qué podría cambiar en 20 años? ¿Y en una noche, qué podría cambiar? Quizás más de lo que piensas...
¿Dónde está? ¿Dónde está?
- No sé. Yo a ti no te veo por aquí...él sí, creo que se quedará. Pero a ti te veo lejos.
- Es casi como lo que llevamos vivido. ¡42 años! ¿Te imaginas?
¿Qué podría cambiar en 20 años? ¿Y en una noche, qué podría cambiar? Quizás más de lo que piensas...
¿Dónde está? ¿Dónde está?
jueves, septiembre 06, 2007
Excusas para no pensar
Leyendo El Semanal de la semana del 26 de Agosto al 1 de Septiembre, me encuentro con un artículo de Eduard Punset, en el que habla de por qué se sufre tanto al enamorarse, dando razones científicas. Me resultó de interesante lectura. Aquí os lo dejo:
¿Qué lector hombre no ha experimentado la frustración que causan las reticencias y aplazamientos consecutivos -la promesa de otra cena o de un café dentro de una semana- de la pareja potencialmente enamorada? Esta actitud femenina que rebota en la mente del seductor presenta claros perfiles evolutivos: se trata de la precaución lógica de quien tiene mucho que perder en una inversión precipitada y, también, de la mayor componente mental de la libido femenina.
La fase temprana del amor se asemeja a una montaña rusa hormonal, con subidas y bajadas bruscas que inducen los distintos estados necesarios para que una buena relación pueda estabilizase más adelante. Un encuentro afortunado genera ansiedad porque, aunque se pueda haber iniciado el proceso amoroso y postergado la aversión a extraños, tampoco se quiere, de entrada, dejarse arrollar por ese amor.
Las personas enamoradas arrojan índices de cortisol más elevados, reflejando así el estrés que producen los estímulos asociados a los inicios de una relación. Como explico en mi último libro El Viaje al Amor, hace falta un nivel moderado de estrés para iniciar un vínculo. El amor es un arma de doble filo. Enamorarse y ser correspondido nos hace sentir bien, eufóricos, obsesionados con el otro. Hay de qué alegrarse; lo que empezó por una sensación de placer en la mente fustigada por un estímulo exterior se ha transformado en una emoción de amor en toda la regla. Tanto es así que, a menudo, da la impresión de que uno ha caído en un estado parecido al de las conductas obsesivas. La diferencia radica en que, en éstas, la obsesión se manifiesta en alteraciones de conducta, mientras que el enamorado cambia, sobre todo, el pensamiento: sólo se piensa en la persona amada.
¿Quién no se reconoce en una situación como ésta, característica del flechazo improvisado? Es algo químico y repentino, pero ya tiene todo el potencial del amor absoluto. No se debe subestimar el conocimiento inconsciente asimilado por la amígdala -el órgano cerebral rector de las emociones- durante millones de años, pero no es, obviamente, el momento adecuado para la calma. Descienden los niveles de serotonina. Surge a la vez un rechazo a dejarse arrastrar por estímulos nuevos que trastocan compromisos ya adquiridos. Sube la concentración de vasopresina, una de las dos hormonas, con la oxitocina, del amor.
Se ha sugerido que las preferencias mostradas por una pareja determinada se deben a los circuitos de la vasopresina que, de algún modo, conectan con los circuitos de la dopamina, la hormona del placer, por lo que un organismo asociará a una determinada pareja con una sensación de recompensa. ¿Quién gana o pierde la partida? Tiene más probabilidades de ganar aquel de los dos en la pareja que sea consciente de cabalgar en una montaña rusa y sepa esperar a que suene el silbato del final de esta vuelta para reiniciar conjuntamente el camino después de la tormenta hormonal. La realidad, sin embargo, es muy otra. Nuestros antepasados han pasado por trances parecidos sin la información de que disponemos hoy sobre circuitos cerebrales y hormonas. Tuvieron que inventarse un código de los muertos, que hemos heredado y que sigue orientando las conductas de la mayoría.
Quizá, ha llegado el momento de contrastar si todas las recetas que les sirvieron a ellos son aún válidas en el mundo actual. La verdad es que el desamparo y el sufrimiento de la gente de la calle contrasta con los fines evolutivos bien intencionados de las hormonas y de los circuitos cerebrales.
martes, agosto 28, 2007
viernes, junio 15, 2007
Deshumanizámonos?
Chego a "la capital del Estado español".
Busco o xeito de entrar na serpeante cobra subterranea á que alí lle chaman metro para viaxar nas súas vísceras cara o meu destino. O primeiro que vexo que me chama a atención en Madrid, é un grupiño de catro gardas de seguridade (dous deles cos guantes de coiro postos por se hai que repartir algo máis que amor) acompañando unha pandilla de rapaces que parecían sudaméricanos. Os seguretas usan todo tipo de cariñosas loanzas para animar ós rapaciños a abandoar o submundo: caricias nas costas, masaxes no pescozo coas súas finas mans enfundadas en pel, doces verbas de comprensión e frecuentes apertas, and I think to myself What a wonderful World!!
Penso que esas criaturas que se fan chamar gardas de seguridade (que nome tan bonito, verdade?), xente que se adica a coidar da seguridade dos máis, o que pretenden é empuxar a banda de rapaciños a abandoar o mundo das sombras de Platón e a coñecer o mundo da luz e das ideas de primeira man, primeira man a dereita e despois a esquerda (é dicir, o típico 1-2 de boxeo). Que tremendos instructores!!, extráname que eses rapaciños sexan capaces de abandoalos, por moi tentador que sexa o mundo das ideas, pois esas caricias e aloumiños que lles dan ... and I think to myself What a wonderful World!!
Cando miro darredor, doume conta que fun o único que se quedou parado mirando o espectáculo. E que aquí ninguén se dá conta do maravilloso fenómeno que acaba de suceder?, ninguén ve a magnífica tutelaxe que acaban de realizar eses catro gardas da nosa preciada seguridade???
Entendo que son un paleto, que este mundo se me queda grande, e poño un pé na cinta transportadora que me pon en marcha sen necesidade de moverme. Trais un par de preguntas abordo da serpe terrestre, acerto a baixarme na parada chamada "Nuevos Ministerios", a cal me fai pensar en que ministro será o que ten competencias sobre seguridade cidadán, e trais pensar nun par de posíbeis candidatos dígome que dá igual, and I think to myself What a wonderful World!!
Collo a liña seis, e apéome na parada de Moncloa. Agora si, venme á memoria aquel filósofo que escribiu un libro moi instructivo para as prácticas dictatoriais da maioría absoluta que se titulaba "Como gobernar en contra de la voluntad del pueblo"...
Saio pola rúa que me interesaba case sen pretendelo, e cando me poño a andar cara o sitio no que teño que repousar, atópome cun grupo duns 15 rapaces metade a cada banda da beirarrúa, que lle asubían e animan dun xeito moi cortés e educado a tódalas mulleres de curta idea que pasan, rodéannas dun xeito moi amistoso, saúdannas, fanlles loubas e agasallos en forma de asubíos, e trais retelas rodeadas durante un pequeno espazo de tempo, deixannas ir cun sorriso na cara. É evidente que elas disfrutan de tales gratuitos presentes, and I think to myself What a wonderful World!!
Ó día seguinte, volto cara o aeroporto, agora cun peso menos na cabeza, como se me quitaran un litro de chumbo dela, e con moito tempo até pillar o meu flamante jet, párome a pensar neste mundo tan bonito que construimos entre todos, neste mundo que cada un constrúe ó seu xeito. Penso en como nestas magníficas cidades, cada persoa se atopa con miles de persoas descoñecidas cada día. Penso en como cada persoa pasa olímpicamente dos problemas desas persoas que se atopa cada día. Penso en como a inmensa maioría deses miles de persoas non fai sociedade senón individuo. Penso en como cada persoa se cultiva a si mesma e deixa a educación cívica para os amables "gardas de seguridade", eses si que saben o que hai que facer!!!. Penso en como se rompen os lazos entre os seres sociais que un día fumos, en como ante unha situación inhumana tendemos a non inmutarnos, a considerar que é normal e a pensar "que se lle vai facer!!, iso pasa tódolos días e o mundo segue". Penso en que nos deshumanizamos, en que nos dá igual e en que nada pretendemos senón en delegar os nosos problemas en cargos políticos de partidos nos que a inmensa maioría da poboación non participa e nos que, polo tanto, non ten nen a máis mínima capacidade de aportación nen de decisión.
Penso en definitiva, que neste mundo compartido por todos nós, cada un vive no seu mundo. E se ben é certo que son os casos particulares, os mundos de cada persoa, os que fan o conxunto do mundo no que vivimos, tamén é certo que os lazos entre os pequenos mundos nos que cada un vive, tenden a desaparecer, a manter só lazos con moi pouquiños mundos, e a dar accesos restrinxidos a aqueles que pasan previamente polos controis de seguridade impostos polo mundo común que nos creamos co noso individualismo.
Socializar a vida... que traballo tan desagradecido, e que preciso é...
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