martes, diciembre 26, 2006

High times

La mañana abría fría, con un sonido repetitivo y estridente que provenía de la calle. Era temprano, tanto que ni los pájaros cantaban al alba. Sin embargo hay quien no duerme por las noches, y quien no tiene exámenes un viernes a las 10 de la mañana. Yo os maldigo, malotes.
No quedó más remedio que levantarse. Al menos esta vez me dará tiempo a desayunar...
Tras despedirme de mi compañero de piso, despertado por los desaprensivos martillazos de un vecino con insomnio y muy aburrido, encendí la radio, me coloqué los auriculares y me fui hacia la facultad.
Es increíble la sensación que te da tener una ilusión. No me llames iluso...A pesar de dirigirme a un examen del que sabía que iba a salir suspenso, en mi cara se dibujaba una sonrisa de oreja a oreja. Siempre me gustó oír cantar a los niños los números de la lotería. Me recuerda a los viajes que hacíamos en familia cuando íbamos a casa de mis abuelos.
De camino observé ciertas señales inequívocas de que la noche pasa factura...bueno, rectifico, el calimocho mal mezclado o quizás una pizza en mal estado. No quise fijarme más.
Llegué a la facultad, y tras echar una visual por la biblioteca y ampliar un poco más si cabe mi sonrisa, me pasé por los laboratorios a salvarle el pellejo a un amigo...Si él lo lee ya sabrá a lo que me refiero.
9.50, veintemil doscientos noventa y siete...tres milloneeees de eeeuroooos...
- ¡Ala! Que tempranero...
Después de la emoción que supone el escuchar el gordo en directo, subí a la última planta de la facultad. Apagué la radio y sonreí un poco más...
- ¡Hola! ¿Qué tal lo llevas?
- Bueno, no sé...
- Bah, seguro que apruebas...
Entré en el examen seguro de mi mismo, seguro de mis capacidades para suspender aquello. Sabía que nada podía hacer, pero iba con la satisfacción que da el hacer lo que has podido.
No salí ni cabizbajo, ni con el ego por las nubes. Salí tranquilo, con parte de la mañana por delante y varios recados por hacer...
Era un viernes, antes de marchar a casa por Navidad. Me quedé sólo en el piso, mis compañeros se habían ido ya. A mi no me apetecía meterme una paliza de tres horas de viaje, así que me quedé y, aprovechando, me fui de cena por la noche con Álvaro y compañía.
Se puede decir que no fue un menú caro, pero sí exquisito y variado. Buena compañía, siempre se está bien entre amigos. La pena fue que el ambiente al salir no estuvo muy animado...
La marcha se acabó, que no la noche, y cada mochuelo fue a su olivo a descansar para el día siguiente...
(...)
¡Qué bien dormí! Qué bien sienta quitarte algún peso de encima. Era temprano, recogí la habitación, hice la maleta y salí pitando a coger el 14 para ir a la estación. ¡Cómo tarda! Después de un retraso más o menos aceptable, mi paciencia rozó los límites, viendo como el reloj se acercaba inexorablemente hacia las 11.30. Mi reino por 2 minutos más...no me apetecía tener que esperar 4 horas al próximo autobús a casa. ¡Busero, pisa el puto acelerador, coño! Dichosa Ronda de Outeiro. A las 11.30 me bajo del infernal bus 14, con mochila, portátil y maleta en mano, y eché a correr cual galgo de carreras tras la liebre inerte. Creo que la gente que me vio de tal guisa tuvo que pensar de todo, pero apelo al sentido común de las personas, y espero que comprendiesen que tenía una gran urgencia...Desde aquí pido perdón si perturbé la paz de algún viandante...
Es irónico, que sea lo que casi me hace perder el autobús, lo que realmente me salve. Mucha gente, la vida me dio que había cola para coger el bus.
El viaje como todos...aburrido. Exceptuando el saludar a un par de caras conocidas, que siempre está bien.
Llegué a casa a la hora de la sobremesa, con un hambre de mil demonios, y cuál es mi sorpresa...que quien me abre la puerta es mi abuela. Gran sorpresa, de las mejores últimamente, sin duda.
Esa noche fuimos a dar un paseíto Xu y yo. Sin ser excesivo...
(...)
Llega la nochebuena. Fecha señalada para muchos...para mi ésta será recordada durante mucho tiempo. Fue la primera que pasé con mis abuelos aquí. Cena en familia, vino, sidra, champán, risas...¿suena feliz, verdad?
(...)
Al día siguiente me levanté tarde, justo para comer. Por la tarde fuimos un rato de paseo, antes de que se pusiera el sol. Hay que aprovechar, que por estas fechas enfría pronto. Y más tarde...:
- ¿Hoy se sale, no?
- Disque sí...
Pues venga...que estoy perjudicado, pero no cansado. La noche prometía, no se el qué exactamente, pero prometía. Quizás sólo engañaba, como suele hacer.
Y efectivamente, la noche cumplió. Me prometió ponerme a prueba, y lo hizo. Hasta entonces quizás no tuve ocasión de comprobarlo. Pero hoy estoy satisfecho de los resultados.
Como si aquel instante fuera a ser el primero...
Cuando el futuro es improbable...cuando pensar no es suficiente...
Se cruzaron dos miradas, y dos silencios. Y esos silencios, cada cual más profundo que el otro, se gritaron millones de cosas en 4 segundos. Y en ese instante, cuando pensar no es suficiente, dos mentes se abrieron y se pudieron leer claramente. No hay nada para siempre.

viernes, diciembre 22, 2006

Espido no meu namoro e sen venda na busca do meu soño

Un día soñei que a tiña diante, que a miraba ós ollos.
Soñei que me vía reflectido, e que ó verme véndoa era consciente de que ela sentía o mesmo.
Ela, coa que vería o resto das postas de Sol...
Ese soño era máis real e máis consciente do que adoita ser a vida dos que din estar espertos.
Era ponte entre dimensións. Era ponte no vacío.
A sinxela vontade, pode facer realidade por medio do desexo a meirande utopía.
Hoxe véxote durmido e esperto, cos ollos pechados e abertos...
E no medio da noite, berro co corazón na man o teu nome para que acendas a luz.

martes, diciembre 12, 2006

Espertei para ver... medo de seguir adiante... demasiado bo para rendirme por medo!!

Un home pode, por exemplo, ler un libro, aprobalo, aburrirse, protestar ou entusiasmarse, sen ter nen un só segundo conciencia de que é, e sen que, polo tanto, nada do que lee se dirixa verdadeiramente a el mesmo. A súa lectura é un soño que se suma ós seus propios soños, un decorrer na perpetua corrente da inconsciencia: pois a nosa conciencia pode estar, e está case sempre, completamente ausente de canto facemos, pensamos, queremos ou imaxinamos. É así que a nosa conciencia está aturullada por tódolos estímulos que a abordan constantemente.
Só cando espertemos de verdade, seremos quen de entendernos na cuarta dimensión, no vacío que vincula.

lunes, diciembre 11, 2006

Iban un chileno, un dictador y un hij... al cielo

(Se va acercando Don Augusto al cielo...):
Don Augusto: Por fin aquí!
San Pedro: Holas, Don Augusto! Hace tiempo que le esperábamos.
D.A.: Lo se, pero esos malditos de allí abajo no me dejaban partir.
S.P.: Me consta, Don Augusto. De hecho deja muchas cosas pendientes por allí...
D.A.: Déjate, déjate, mejor así.
S.P.: Pues espere un momento que miro el historial, ya sabe, burocracias...
D.A.: Entiendo.
(Pasa un rato hojeando San Pedro el historial de Don Augusto...):
S.P.: Pues verá usted, hay aquí ciertos problemillas con su historia...
D.A.: Usted dirá.
S.P.: Aquí dice que durante su dictadura murieron más de 3000 personas asesinadas, declarando usted que murieron por ser terroristas de Estado...cuando simplemente habían estado en el anterior gobierno. Y ya no cito las "desaparecidas", claro.
D.A.: Ay! Ese maldito de Allende...
S.P.: Hablando de Allende...aquí me consta que tanto él como Prats confiaron en usted, ya que se mostraba apolítico.
D.A.: Incautos! No duraron mucho.
S.P.: Cierto...tanto usted como yo sabemos lo que ocurrió en el Palacio de la Moneda con Allende, y con Prats unos días después, gracias a sus amigos los americanos.
D.A.: Sí señor...mire usted cómo nos ayudaron los americanos, se nota que tenían aprecio por nuestras minas de cobre...
S.P.: Entiendo, entiendo.
D.A.: Mire usted, San Pedro. Lo hice todo por el bien de mi país.
S.P.: Pues verá usted, Don Augusto. Me temo que tendré que denegarle la entrada, ya que gente como usted no es bien vista por estos lugares, y si se entera mi jefe, se me cae la barba.
D.A.: Vaya! Y a dónde me mandará?
S.P.: Le mando al infierno con su amigo el Caudillo, que hace tiempo que le está esperando. Ale, a cascarla!